Tras una reparadora noche en mi litera de 3º piso me desperté a las 6,00h con las incesantes idas y venidas de los peregrinos de a pie que ya llevaban un buen rato empaquetando sus mochilas y recogiéndolo todo para partir. Así que después del aseo y empaquetado de mis enseres en la mochila bicicletera, bajo a cargarlo todo en mi montura, cuando me percato que al casco -que dejé ayer sujeto a la rueda de la bici- le han sustraído la visera de protección que llevaba; o como decían en la mili, donde no se robaba nada, sino “que había cambiado de sitio”, y yo no lo encontré. En este, como en todos los caminos de la vida, hay de todo, y no te puedes fiar de nada ni de nadie. Según el dicho de mi tierra: “hai moito cabrón con cara de coello”. El caso es que con algo de espíritu peregrino, después de este primer pensamiento, vino a mi mente que a quien lo hubiera hecho, ¡ que le aproveche, seguro que la iba a necesitar más que yo!. Aprovecho para desayunar, con nueva parada en el Bar Pitu.
Me encamino a esas primeras horas mañaneras con algo de fresquillo hacia Logroño, pasando por la ermita de
Sigo camino y cruzo el puente sobre el Ebro, a la entrada de la ciudad. Aquí justo hago un pequeño desvío del camino, callejeando hasta el Campus Universitario de Logroño donde me sellarán en la 2ª Universidad Xacobea por la que paso, en mi Acreditación Universitaria Xacobea, que completaré a lo largo del camino, y que es diferente a la propia Credencial del peregrino, tal y como ya expliqué en anteriores capítulos.
De vuelta al camino, paso por la iglesia de “Santiago matamoros” y la puerta medieval del peregrino o del Revellín en las antiguas murallas y me dirijo hacia el parque de
Ya en ruta paso por Navarrete, donde sello nuevamente, y cerca del Alto de San Antón, atravieso un tramo de camino lleno de “mojones peregrinos”: se trata de unos montoncitos de piedras acumuladas unas encima de otras, colocadas por múltiples peregrinos que transitamos. Sigo la tradición y coloco mi piedra, colaborando a engrandecer uno de ellos. Fotos de recuerdo y directo hacia otra joya del Camino: Nájera.
Su Monasterio gótico de Sta María
Continuo hacia Azofra, donde me sellan en la parroquia de Ntra Sra de los Ángeles. Amable hospitalera que me ofrece su agua para calmar la sed. Y voy a tomar un desvío del Camino para dirigirme a visitar otra joya cultural hispánica que me apetece conocer: los Monasterios de Yuso y Suso de San Millán de
Paso por Alesanco y llego a Cañas. Mediodía, mucho calor. Paro a comer en el hostal-restaurante
De nuevo, mucho sol y calor. Llanuras largas y descenso, pero la bici “no anda” o eso me parece a mi. Será el calor sofocante, el sopor tras la comida, el viento de cara o que ya no tengo fuelle?. Me vienen a la mente ahora las etapas del tour de Francia en donde algún que otro corredor pasa su día de calvario. Hoy debe ser el mío. Al llegar a Berceo paro en su fuente, donde me doy un buen remojón en la cabeza y calmo la sed. Me molesta un pie y me descalzo para remojarlos también. Una incipiente ampolla en el pie izdo (...y eso que no voy a pie!) por un mal calcetín, que ya he condenado a ser quemado en el Finisterre...si llego. Algo sofocado llego a San Millán de
Al llegar arriba, una pequeña iglesia, con cuevas eremíticas originales y las famosas lápidas de los 7 infantes de Lara. El guía de aquí, más seco que una pasa, pone dificultades a sacar una inofensiva foto del lugar de las lápidas. No creo que una foto en esas condiciones haga ningún mal; pero eso sí, no deja de soltarnos el rollo comercial de que podemos adquirir recuerdos. Pues así no! Bueno dejemos ese asunto y hasta la próxima.
Tras visitar el Monasterio de Yuso y Suso, se comienzan a escuchar truenos en la cercana sierra de
Paso por el primer albergue: el del Monasterio de Ntra Sra de
Tras la reconfortante ducha y colada obligatoria, me voy a visitar
Allí coincido con un biciperegrino con el que, ahora mismo aún no lo sé pero, llegaré a compartir muchos tramos más.
Volviendo al relato:... aprovechando un descuido del cura en su charla, silenciosamente me levanto del asiento y salgo por un lateral, sin ver demasiado detenidamente nada del gallo ni la gallina que se ubican en el interior del recinto sagrado. Voy raudo hacia un restaurante con menú del peregrino, donde ya están finalizando algunos comensales y yo me siento a dar cuenta de la cena insistiéndoles si pueden darse algo de prisa por los motivos de que me pueden cerrar el albergue. Estando yo ya con el segundo plato aún llega a cenar el biciperegrino de la catedral. Pienso que hoy duerme al raso. Corta llamada a casa y como una flecha hacia la portada del albergue, que ya estaba cerrada a las 21.59.48h. según mi reloj. ¡Eso es puntualidad! Menos mal que llamamos y nos abren. Me voy a la colchoneta después del aseo y, mientras se oyen pasos, risas por barrios e inicio de ronquidos....., mientras algunos mandan callar a otros sonoramente, procuro realizar unos momentos de reflexión de estos últimos días y aventuras pasadas, haciendo tiempo para quedarme dormido:
.......”Y al tercer día resucitó”
Y como Jesús, yo casi resucité. Tras casi tres días de jornadas biciperegrinas, en el de hoy me he ido recuperando algo tras los dos anteriores, verdaderos rompepiernas, rompecuerpos, rompebicis y......rompetodo. Atrás han quedado interminables cuestas, con sus pedruscos enormes, sus caminos de cabras, las zonas embarradas, las estrechas sendas, las caídas y remojones ...y con todo, mucho sudor, pedaladas y sobre todo, sube y baja de “mi montura”. Posteriormente, y sin apenas haber recorrido ¼ de lo programado, bautizaré a éste como “mi camino y medio” ya que un camino lo hice en bici, pero, medio más, lo hice a pie empujando a Nemenuis. Igualmente van quedando ya momentos para el recuerdo....