26/1/07

Y todo comenzo....

Como el “érase una vez…” de todos los cuentos, esta historia-aventura se gestó, como muchas otras cosas de la vida, con esa llama que se enciende en algún sitio del cuerpo o de la mente o del alma, y que va creciendo para alimentar un fuego cada vez más voraz que te va consumiendo poco a poco por dentro.



















Pues bien, en un encuentro estival con un viejo amigo, que por cierto ya había realizado el camino en dos ocasiones previas, este viaje tuvo su inicio mucho antes de que las primeras pedaladas en el propio camino se llevaran a cabo. A medio camino, en tierras igualmente norteñas y cantábricas de Torrelavega, surgió la idea de recorrer el Camino de Santiago en bicicleta.

Y, poco a poco, lentamente pero con decisión firme y creciente voluntad se pusieron en marcha los diferentes retos a los que nos íbamos a enfrentar. Como los alimentos bien cocinados; con tiempo. Igualmente, y haciendo una breve referencia de deformidad profesional, como un parto: una gestación de nueve meses antes de su “alumbramiento” real.


















Todo escrito que se precie debe tener un prólogo, pero cómo prologar algo que se desconoce, algo que no ha ocurrido y que ni siquiera sabemos si podremos llevarlo a cabo. Lo único que nos invade en estos momentos es la firme voluntad de llevarlo a cabo. Y, ¿por qué esta decisión y empeño?. Los motivos serán diversos; unos profanos (deporte, aventura, reto de superación personal..), otros más intimistas (espirituales, religiosos..); el caso es que todos ellos se entrelazan como hilos de cordel que acabará formando la maroma que tire de nuestra nave para llevarla al atraque final en su puerto: Santiago de Compostela….¿o no? Quién sabe dónde acabará realmente el camino? Algunos dicen que esto sólo será el comienzo del verdadero camino de encontrarse a uno mismo y que seguirá transcurriendo por él hasta el fin de sus días. Ya veremos, o mejor, esperamos poder sentirlo.

Quizás aquí cabría recordar a esas pequeñas “estelas luminosas” que guiaron un buen día a un ermitaño llamado Pelayo a descubrir los presuntos restos del Apóstol Santiago. Pues así van surgiendo nuestras dudas, preguntas…esperando que podamos vencer los obstáculos que aparezcan, que seguro surgirán.

La voluntad en el día de hoy, al comienzo de estas líneas es dejar en entredicho el carácter de los Géminis (signo zodiacal del autor); individuos que, al decir de algunos, son inconstantes en sus proyectos, con muchas ideas, pero inconclusas la mayoría. Esperemos que al final de este relato hayamos podido descalificar esas afirmaciones.